CONFESIONES REFRACTADAS EN UN SER ILÓGICO, QUE TRANSGREDIÓ LA MUERTE.
- Constanza Ramírez
- 14 sept 2016
- 1 Min. de lectura
Puede ser difícil hacerle una carta a un desconocido, o por el contrario, facilitar la libertad de expresión.
Con la imposibilidad de leerla, mi querida destinataria, se limitará a ser mi inspiración.
Mi simpatía por ti esta fundamentada en libros, revistas, cine y por supuesto en tus pinturas,
todas configuran un perfil difuso y no del todo confiable, pero aún así, siempre has sido de mi
interés, quizás por el hecho de ser una intrusa en los reinos masculinos de la pintura y la
cantina, por confesarte sin ningún pudor en cada uno de tus lienzos, por transgredir los
prejuicios de una época, por ser fiel a tus principios y enamorarte sin temor a la desilusión.
Al ver tus pinturas me aventuro en este mundo diseñado por los hombres, con la posibilidad de ser mujer, pero también hombre, artista, intelectual, sentimental, profunda, banal. Tan solo surgir,
sin el temor a la observación y el análisis.
Tú revelas el poderío de la feminidad y el arte, y nos asombras con tu incesante pasión por la
vida.
